Raphy Leavitt...

lunes, 14 de septiembre de 2015

UN LEGADO MUSICAL QUE ABONO A LA IDENTIDAD
La repentina partida de Raphy Leavitt es lamentable para Puerto Rico y los amantes de la salsa, un género conocido mundialmente gracias a gigantes como el finado compositor y fundador de la orquesta La Selecta, quien, como legado, nos deja el contenido social y de afirmación nacional que con esmero insertó en el pentagrama musical puertorriqueño.
Rafael Ángel Leavitt Rey falleció a la edad de 67 años en Miami, Florida, por complicaciones derivadas de una cirugía para reemplazar una prótesis de cadera con complicaciones a causa de una bacteria. El compositor sufrió fracturas masivas en la cadera en un terrible accidente en octubre del año 1972, en el cual perdió la vida su amigo, vecino y trompetista de su orquesta Luisito Maisonet.
A raíz del traumático episodio nació uno de los éxitos más escuchados de La Selecta, “La cuna blanca”, que surgió de un sueño que tuvo Leavitt durante su convalecencia de seis meses en el hospital. El tema, que pronto se coronó como un éxito en Puerto Rico y muchos otros países de América Latina, se ha convertido en un himno fúnebre por la evocación al sentimiento universal de duelo.
Natural de Puerta de Tierra, Leavitt quedó huérfano a temprana edad. De carácter luchador y perseverante, vivió una vida sin vicios y se convirtió en un ícono de la música. El pasado mes de marzo celebró el 43 aniversario de su orquesta, un proyecto que germinó en 1971 con sonido propio y la voz principalísima de Sammy Marrero de timbre jíbaro que llevó a la cumbre composiciones de corte social, alto contenido humano y ferviente puertorriqueñidad. Todos aquellos temas, al mismo ritmo en que iban surgiendo, iban adquiriendo un gran arraigo en la sociedad.
Es así como el exigente y disciplinado líder de orquesta, mantuvo a La Selecta vigente hasta el día de su fallecimiento. Por eso, puede afirmarse que, dentro de nuestras fronteras y más allá, con su partida el mundo de la salsa pierde a un músico extraordinario.
El pianista, arreglista y director musical lograba plasmar en la lírica de sus canciones vivencias con las que el gran público podía identificarse. Abonó a los temas clásicos del repertorio de la salsa con letras que narraban realidades cotidianas, entre los que destacaron las inspiradas en su entorno en el barrio de Puerta de Tierra, que hoy lo llora, y las que expresaban los sentimientos de los militares a su regreso de la guerra, con canciones como “El solitario” y “Soldado”, que compuso durante el conflicto bélico en Vietnam y fueron de gran impacto en otros países.
De su amplio repertorio, destacan además los clásicos “Payaso”, “Mi barrio”, “Herido”, “Destino humano”, “Lamento jíbaro”, “Sheila taína” y “La cuica”. Su fe también la hizo canción. “El buen pastor” es un ejemplo de su espiritualidad, por lo que se le considera pionero de la salsa cristiana.
Fue además un jíbaro de la salsa, lo que dejó establecido desde temprano en su carrera con el éxito “Jíbaro soy”,que compuso al cumplir La Selecta su primer aniversario, marcando con ello un importante periodo de afirmación nacional de la salsa en los años 70. Orgulloso de su identidad, su propuesta musical incorporó elementos propios de la música campesina de Puerto Rico, entre ellos la décima y el seis chorreao.
Leavitt, según relatan sus amigos, estaba deseoso de volver a los estudios de grabación y tenía planes de lanzar una producción discográfica que recogiera su trayectoria. Ese proyecto inconcluso queda en manos de su viuda, María “Lalo” Milagros, quien decidirá sobre su futuro.
Por su legado, su amor patrio, su narrativa musical autóctona y a la vez universal, Raphy Leavitt fue uno de los grandes referentes de la salsa.
Que descanse en paz.



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